El mío baila cada vez que mis ojos le muestran que “él también puede crecer.”
Testimonios de gente invisible haciendo cosas grandes, aunque pequeñas, de retos imposibles conseguidos, de amigos hundidos y levantados, de mayores entusiasmados por vivir, de atletas que baten récords, de hijos que sueñan, de padres que luchan, de hormiguitas que construyen, de gente que cree y espera.
Mi corazón entonces le canta a mi alma, si ellos pueden nosotros juntos también podemos. Ese momento quiero gritarle al mundo: “Mirad, lo veis, ellos han podido vosotros también podréis” sólo debemos: “Unleash our power.”
Es decir: “Coger unas tijeras, cortar esas cuerdas que atan nuestra tienda de campaña a las creencias limitantes de la tierra y liberar nuestro poder”.
Mmmm, fácil decirlo, pero sin embargo, levantarse del sofá, ir al cajón a por las tijeras y comenzar a soltar seguridades asusta, cuesta. Romper una inercia de tantos años es duro.
¿Os cuento el truco para ponerse manos a la obra?
La música de la esperanza. 
Ella enciende el fuego que mueve primero el piececito, luego hace girar el tobillo y al final nos pone en pie y alzamos los brazos bailando.
¿Dónde venden esa música?
Yo la descubrí hace muchos años gracias al Walden Running. 
Mi pasión no es el Running por sí, sino porque Correr estando Aquí y Ahora, correr estando Presente, me ha enseñado a escuchar la canción de estar vivo. El silencio de mi Presencia me permitió disfrutar de la melodía que tenemos dentro.
El Runfulness me rebeló la canción de la vida:  

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