Cuando la pereza me puede, no consigo levantarme, la tele me droga con vanidades y el peso de mi cuerpo se triplica en mi imaginación anclándolo a lo más profundo del sofá e impidiéndole cualquier levantamiento de armas…….traigo a mi rutina la foto de “UN TE”.
Un té calentito, verde, grande, con limón, canela y a ser posible un poquito de cardamomo.
Lo veo, lo siento, su calor acaricia mi garganta, su aroma me reconforta, me anima, me da aliento, sangre vuelve a circular por mis venas; – e hipnotizada por el deseo,
ME LEVANTO.
Uauuuu, ya estoy de pie, lo más difícil está hecho.
Ahora puedo ser diligente, la hormiguita ha despertado. He salido de mi zona de confort, mi rutina me llama a gritos.
Me pongo las zapatillas y la ropa de running mientras voy dando sorbitos a mi te; o
preparo mi mesa de estudio, enciendo el portátil, ordeno mis apuntes y a la izquierda, al alcance de mi mano, sitúo el té.
VENCÍ A LA PEREZA. He ganado la batalla más dura.
Empiezo a calentar motores y en diez minutitos, sin apenas darme cuenta, he alcanzado mi máximo rendimiento,
gracias a mi TE.
MORALEJA
Arrancar es duro, tremendamente duro, busca trucos atractivos (pequeños caramelos) que te ayuden a romper y asócialos siempre al inicio de tus metas, sin excepción; no te centres en la presión del proyecto (correr-estudiar-trabajar), simplemente piensa que vas a
“tomar un té”.
Es fascinante descubrir el cambio que se opera en nuestros pensamientos una vez que iniciamos EL MOVIMIENTO. Algo se mueve dentro.
Los mensajes se hacen positivos, la motivación surge de la acción, la pereza se desvane y es suplantada por el recuerdo del placer que aportará el TRABAJO HECHO.

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