Imagen


No quería que llegara el lunes, se me ponía la carne de gallina pensando en mi mesa del despacho. Me esperaba un expediente de tres metros de altura, una herencia en la que se había muerto hasta el apuntador. Me daba terror el árbol genealógico de la familia, éste me acosaba como un alma en pena durante la noche del domingo. La masa hereditaria, sus bienes, constituía una maraña imposible de cuadrar. 
Repasé una a una mis opciones: – una gripe, migrañas, cogerme el día de vacaciones- .  Solo conseguiría retrasar el tormento porque el martes el expediente no se habría volatilizado.
Apenas pegué ojo, aparecían nuevos hijos post-muertos y  los quebrados se convertían en ecuaciones de tercer grado; no obstante, al despertar, decidí cambiar el enfoque: 
– Llegué a mi despacho, cerré la puerta con pestillo, descolgué el fijo y apagué el móvil. Me puse un té calentito, saqué unos folios en blanco, varios rotuladores de colores y abrí mi hoja de Excel.  Al cabo de unos minutos, la herencia estaba cuadrada e incluso había disfrutado. Miré el reloj y misteriosamente, no habían pasado unos minutos sino tres Horas!!!!. 
Eso se llama entrar en Trance. 
¿Os suena familiar?
Es curioso, pero así afrontaba yo hace muchos años el running. 
Me asustaba el día que tocaba correr en el colegio, la noche anterior me salía urticaria sólo de pensarlo. Repasaba mil excusas para escaquearme. Me daba miedo.
Años más tarde elegí este deporte sencillamente porque era el que me menos tiempo me consumía de puerta a puerta, quedándome más tiempo para mis obligaciones y mis hijos. Trotaba forzada, sin ganas y mis pensamientos me enredaban.
Jamás disfrutaba y los segundos se sucedían leeeeennnnnntamente, muy muy muy leeeentamente. Miraba el reloj tras una hora y apenas habían transcurrido 10 minutos
Hasta que entendí que para disfrutar del movimiento debía desconectar del exterior, transformar mi mente en un folio blanco, decorarla con rotuladores de colores y utilizar las matemáticas.
Salí al Monte del Pilar con una aguja y un hilo, cosí mi respiración a mis pasos, vacié mi mente de su pre-ocupaciones y la ocupé haciendo simples quebrados, contando. Al cabo de unos minutos, el reloj marcaba una hora. 
Os invito a entrar en Trance …………..os invito a probar el Runfulness
Próximo Taller Walden Running “On The Road”, 24 de noviembre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *