
“Etiquetarse implica no caminar, no querer cambiar, conformarse. Ten un corazón inquieto”.
Ayer mientras el Padre Joaquín comentaba esto en su homilía se me abrieron los ojos de par en par, pensé:
“-¡Walden!”
No te etiquetes jamás ni dejes que te etiqueten los demás, porque nadie ni siquiera nosotros somos conscientes de nuestras posibilidades.
La etiqueta nos impide mejorar o tratar de salir del agujero en el que podemos estar metidos. Dejamos de creer, de ilusionarnos y nos abandona la esperanza; por eso muchos de nosotros pasamos momentos “marchitos”, momentos de “no sé qué me pasa.”
Si impides a tu corazón seguir caminando, ilusionándose por crecer, éste, cómo un pájaro enjaulado, perderá su razón de sonreír.
Estudié en un colegio de marina, el Instituto Juan Sebastián El Cano, y recuerdo las clases de Educación Física, eran terribles, pero me seleccionaron para formar parte del equipo de Atletismo.
Pedro, el profesor de Educación Física, me fichó para ser la “secretaria”. Me dijo: Pilar, tú correr como que no, pero nos acompañarás para ir apuntando los tiempos y las marcas.
Era un desastre corriendo porque me costaba horrores y temía la evaluación de los 1.000 metros como a la pólvora.
Sin embargo, observaba al equipo desde la barrera y pensaba “yo también puedo seguro, no seré un crack, pero lo haré a mi manera”. Trotaba entre bambalinas sola sin grupo, la etiqueta sólo me la habían puesto ellos.
Si te sientas en el sofá, aunque seas un genio, tu soberbia o conformismo hará que dejes de buscar y te perderás la oportunidad de seguir creciendo.
Eso les pasó a Kodak, Blockbuster Video o Borders Book, dejaron de buscar y se hundieron
Ahora cada vez que me atasco, que siento un “no sé que me pasa”, abro la puerta y salgo. El movimiento poco a poco devuelve la ilusión a mi corazón, lo derrite y lo agita resurgiendo esa inquietud de la que habló el padre Joaquín.
“Quiero buscar más allá, siempre mirar más allá sin detenerme.”
¿Habéis probado a rezar caminando?
Sentada me distraigo y mis pensamientos viajan de aquí allá; sin embargo, cuando voy paseando o corriendo el resultado es otro. Os invito a que lo probéis.
Yo troto, confiada en que mi Walden Running me dará el empujoncito necesario para no rendirme jamás.
Funciona con todos, Walden os invita a probarlo.
PD. Comparto la foto de Rafa y Amparo, ellos no se etiquetaron jamás. Enhorabuena no por haber perdido 20 kilos cada uno sino por demostrar al mundo y a vuestros hijos que con una meta y una ilusión siempre se puede cambiar.
Pilar Amián