Reto número 1:

¿POR QUÉ TE PROGRAMAS PARA SUFRIR CORRIENDO?

Imagina que tienes una entrevista de trabajo. Has llegado cinco minutos antes y esperas en la antesala con otros candidatos. Tu semblante es serio y, para evitar cualquier contacto visual, mantienes la mirada fija en las rodillas. Tienes los hombros encogidos, los labios apretados, los brazos cruzados sobre el pecho y el cuerpo ligeramente inclinado.

Tu lenguaje corporal comunica temor e inseguridad. Los ojos de tu cerebro te observan mientras archivan cada detalle y transmiten la información a tu sistema límbico. El mensaje en morse es el siguiente: «No confía en su éxito». El entrevistador capta el mismo informe que reciben tus células. Al fin y al cabo, todos tenemos el mismo diseño: «No está seguro de ser la persona indicada».

¿Cuál sería el desenlace? ¿Te sorprendería que te contrataran?

Tu lenguaje corporal también condiciona el desenlace de tu Running. Tu postura lanza señales a tu mente, esto es, le da una información general sobre tus posibilidades:

  • No confía en sus piernas.
  • Listo para sufrir un rato.

La mente, entonces, toma la decisión de sabotear el movimiento con sus mensajes catastrofistas para que acabes cuanto antes con tu sufrimiento.

Tu postura puede lesionarte y DESMOTIVAR A TUS NEURONAS.

  • Lenguaje corporal retraído:
  • Hombros encogidos.
  • Pecho bloqueado.
  • Brazos cruzados.
  • Mandíbula apretada.
  • Puños fuertes.
  • Mirada en el suelo.

Transmites, al exterior y a tus células, inseguridad, incertidumbre, miedo, introversión y sufrimiento. Has preprogramado tu carrera para obstruirse y tú sufres.

  • Lenguaje corporal expansivo:
  • Hombros abiertos.
  • Pecho alzado.
  • Brazos despegados del torso.
  • Mandíbula relajada.
  • Puños sueltos.
  • Mirada en el horizonte.

Transmites, al exterior y a tus células, seguridad, confianza, poder, extroversión y satisfacción. Has preprogramado tu carrera para que fluya y tú disfrutas.

 

 

 

¿Cómo quieres correr?

El lenguaje corporal del Runfulness es expansivo, como el de las aves alzando el vuelo sin freno y sin miedo:

  1. El pecho erguido, apuntando ligeramente hacia el cielo, permitiendo que se abran los pulmones para llenarse de oxígeno.
  2. Los brazos balanceándose hacia el frente con los puños señalando el camino del vuelo.
  3. La mirada puesta en el objetivo, lejana como la del águila.

 

El mensaje atraviesa tu piel, entra en las entrañas y desde las células accede al sistema nervioso reseteando tus pensamientos.

Lo que un hombre piensa de sí mismo, esto es lo que determina, o más bien indica, su destino” (Thoreau, H.D. Walden o La vida en los bosques)