¿Corres hacia la tierra o corres hacia el cielo?
Lo más normal es que nunca te hayas planteado esta pregunta, pero si sales a trotar, intentar detectar en qué dirección orientas tu movimiento.
Contesta este cuestionario sobre tu Running:
-Corro para descargar estrés
-La frente y la mandíbula van ligeramente inclinadas.
-Los hombros adelantados y el pecho encogido.
-La vista mirando al suelo.
-Los puños bajan más allá de mis caderas, apuntan incluso a las rodillas.
-La cintura ligeramente doblada
-El tronco bota con cada paso como un tío vivo.
-En las cuestas inclino mi cuerpo hacia delante.
-Tus inhalaciones y tus pasos están desconectados.
Entonces corres hacia la tierra.
Tu cuerpo se desploma con todo su peso sobre el terreno.
Perderás energía horadando el suelo.
El Nivel de Esfuerzo Percibido de tu Running se multiplicará.
Tu cerebro interpretará que arrastras como un lastre todo el peso de la vida sobre tus hombros.
Correrás como un alma en pena.
Te lesionarás.
Ahora repasa este otro:
-Corro con la mente en calma, vacía.
-Corro mirando las nubes, el paisaje o las copas de los árboles.
-La frente y la mandíbula se dirigen hacia el horizonte.
-El pecho va henchido.
-Los hombros hacia atrás.
-Los puños impulsados por el codo hacia la mandíbula.
-El tronco, como un muelle, crece al inspirar y se proyecta hacia delante al expirar.
-En las cuestas siento que mi espalda se echa hacia atrás y mis caderas ascienden.
-Cada inhalación está conectada a cada paso, impacta la pisada.
Entonces corres hacia el cielo.
Tu cuerpo se aligera, apenas pesa.
Volcarás toda tu energía en el desplazamiento.
El Nivel de Esfuerzo Percibido de tu Running bajará.
Tu cerebro interpretará que quieres volar y desarrollará todo su ingenio para que lo consigas.
Correrás como un lince o una gacela.
Engrasarás tus músculos y articulaciones sin riesgo de sobrecarga.
El cerebro interpreta las señales del cuerpo, no le gusta seguir instrucciones.
Funciona por imitación, como los niños, no puedes ordenarles que no fumen ni beban si nos ven a nosotros haciéndolo, nos ignorarán.
El cuerpo tiene por dentro miles de hilos invisibles que, como una marioneta, conectan cada una de nuestras células.
Si dejas caer la mano, habrá un hilo que tire del resto de tus miembros hacia el suelo; si tus caderas apuntan hacia el cielo tu cerebro buscará entre las nubes águilas que alcen tu vuelo.
Si diriges cada célula de tu cuerpo hacia arriba el cerebro interpretará esa visión intencionando el movimiento, aligerando la carga de tu peso y enviando mensajes a los pies de que la gravedad ejerce ahora su atracción desde el cielo.