Hoy en mi carrera de madrugada por el Monte del Pilar me sentía un poco débil probablemente por la semana tan llena de actividades que estoy teniendo. 
Entorné los ojos, comencé a trotar despacio, suave y me dispuse a conectarme a nuestra práctica de esta semana: La Meditación Activa, el segundo pilar del Proyecto Walden.
Ayer, me decía una de las chicas: “Pilar, pero ¿por qué tengo que hacer este ejercicio durante tres minutos? No lo entiendo, con lo bien que estoy pensando en mis cosas, distrayéndome”.
– Ana, le contesté: “¿Cuando haces pesas con los brazos o abdominales, que les ocurre a tus músculos?” 
– Responde: “Pues que crecen si las haces bien.” 
– “Exacto, seguí, eso es lo que estamos haciendo, abdominales con nuestro cerebro”.
El cerebro, también es un músculo que hay que entrenar. Debemos domarlo para que nos obedezca y dirija sus pensamientos hacia donde nosotros queramos; enseñarle a no dejarse llevar por las tentaciones que le acosan en la vida, aquellas que llamamos “Isis”. 
La carrera es el mejor campo de entrenamiento para ello, porque los “isis” nos sacuden segundo tras segundo. ¿ Y si no tengo fuerzas? ¿ Y si me canso? ¿ Y si mañana me duele todo? 
Por eso estamos haciendo series de meditación en movimiento. Tres minutos meditamos, uno descansamos y soltamos el cerebro para que vaya por donde quiera.
Vuelvo a mi Monte.
La salida es más dura porque empiezo subiendo. Programo mi reloj con las series de tres minutos y los descansos de uno. 
Previamente he selecciono los dos elementos necesarios para esta práctica: – la palabra clave y el escenario.
1º.- La palabra clave: “Nubes”. En hipnosis se llama anclaje. En el running debe ser una cortita, de una o dos sílabas, para que se pueda sintonizar con la respiración. Esta palabra sólo la pronunciaré mentalmente cuando observe que me dejo arrastrar por los pensamientos; en el momento en que tomo conciencia de que no los dejo pasar, sino que me he enganchado a ellos, saco mi palabra clave: “Nubes”, por ejemplo y mi mente vuelve al escenario, mi estado meditativo.
En el Walden Running elegimos palabras que tengan relación con el movimiento o que nos recuerden paisajes u objetos que hallamos en nuestras salidas reales o imaginarias. Nuestros Walden Runners propusieron las siguientes: “sol”, “jungla”, “Kenya” “mar”, “fuego”.
2º.- El escenario: “Planeando entre las nubes”. A continuación selecciono un paisaje idílico en el que me fascinaría correr y me sumerjo en él. Recordad que la realidad se crea dos veces, primero en nuestro interior y después se proyecta al exterior. Es nuestra película mental que proyectamos desde la zona del entrecejo. Entorno los ojos y hoy me sitúo en el cielo, volando como un Aguila entre las nubes.
Las sugerencias de nuestros chicos fueron muchas: La playa, un atardecer en África o el asfalto por donde suelen trotar en silencio sin ruidos y sin coches.
De nuevo conecto con mi historia.
Ajusto las piezas en mi mente y paso a paso avanzo por el asfalto bordeando el Monte de mi querida Majadahonda. Atrapo mi mente y la subo al cielo, elevo la barbilla y me asaltan tentaciones de aprovechar el momento para repasar mi agenda. Tomo conciencia de ellas y saco a relucir inmediatamente mi anclaje “nubes”. Vuelvo a la escena. Siento como si estuviera haciendo abdominales con mis neuronas.
Pero, algo no encaja, hoy no consigo sentirme águila. Estoy cansada, levantar el vuelo me supone un terrible esfuerzo, planeo a ras del suelo y apenas consigo extender las alas.
Mi alma reescribe la trama sin avisarme. 
Veo un Águila Real, pero esta vez no soy ella, estoy abrazada a su cuello tumbada sobre su dorso. Asciendo sin esfuerzo gracias a su fuerza y por fin logro volar por encima de las nubes. En los llanos, simplemente extiende las alas y planea, en las cuestas alza su cabecita con el pico mirando al cielo. Mis piernas aceleran solas y se relaja mi cuerpo, la sensación de esfuerzo desaparece.
Suena la alarma, dejo de meditar, es mi minuto de descanso y reflexiono sobre el cambio.
Me vienen a la cabeza las palabras del Padre Caussade, Jesuita del Siglo XVIII en el “Abandono a la Divina Providencia”: “Dios nos guiará a lo largo de nuestra vida si nos abandonamos a él. Volemos como águilas encima de las nubes con la vista siempre fija en el Sol.” Asimila el Sol a nuestros deberes y es Dios el que nos hace volar y nos facilita cumplirlos. En el momento en que nos abandonemos a Él, cuando confiemos en su voluntad, seremos capaces de sobrellevar los momentos de oscuridad y más aún, disfrutar de un modo más pleno los momentos de alegría.
Así que a partir de ahora no seré nunca más el águila, El será quien me levante el vuelo, mi Aguila Real. Yo me abandonaré sobre él, abrazaré su cuello y me dejaré llevar volando sobre las nubes, a través de las cuestas y sorteando los escollos de mi vida, sin esfuerzo.
El objetivo del Walden Project es reducir el nivel de esfuerzo percibido (NEP). 
No tenéis que ser águilas para llegar lejos, ponemos aves a vuestra disposición para que podáis disfrutar de un modo más pleno los momentos de alegría y atravesar los nubarrones de la vida.
Desde marzo os esperamos en el Retiro.
Pilar Amián
Life Trainer del Proyecto Walden
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2 respuestas

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      Pilar Amián
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